Es difícil vencer el ego. Cuando te equivocaste, a lo grande, en el pasado y hubo que remontar, dejas el ego en un segundo plano e intentas levantar la cabeza poco a poco, y discretamente. Entonces, cuando consigues aquella meta que te planteaste en su día, eres consciente que ese pequeño triunfo es producto del propio esfuerzo pero también del apoyo, ayuda o como queramos llamarlo de los que están a tu alrededor.
Hoy ha sido una larga jornada de trabajo en la que he estado rodeado de muchísima gente. Sin ellos no hubiese habido fotos. Con la falta de alguno de ellos no hubiese habido tranquilidad ... ya tengo muy asumido que no sé estar solo o no sé sentirme solo y esa sensación me produce un profundo malestar, desamparo, que hoy no tuve. Me he sentido querido y eso me encanta. A quién no ...
También hubo alguna ausencia, pero ni siquiera en este caso la noté porque los sentía cerca, aunque estuviesen en Valencia, Madrid o Mallorca ...
El ego no vale para nada. Un poco de vanidad me parece razonable pero creerse el ombligo del mundo es ridículo. Siempre he dicho que detesto a los diseñadores que actúan como si hiciésemos algo trascendente ... Trascendentes son los recuerdos y de hoy, pese a ciertos imprevistos, voy a tener buena memoria, procuraré no olvidar nada ... y quizás por eso lo escribo, para acordarme de momentos de risa productiva. Seguro que el resultado pondrá en evidencia las carcajadas sinceras de los modelos amateurs bailando y dándolo todo el podiums improvisados.
Desde hace un tiempo mi trabajo como diseñador está enfocado a la búsqueda de la felicidad, personal y colectiva. No quiero que lo que hago transmita pesimismo ni mal rollo, todo lo contrario. Creo que, en cierto modo, los que hacemos algo que es expuesto ( de alguna u otra manera ) al criterio de los demás, tenemos que servir de ruta hacia lo positivo. No creo en lo oscuro ni triste, no me interesa que me cuenten lo que ya sé que existe. Prefiero mirar para arriba que para abajo.
Me gusta más el plural que el singular ... sin duda ...
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