Hace unos semanas me encontré con Mónica, una psicóloga divina amiga de mi amigo Eduardo y me preguntó por qué había dejado de escribir, de hecho ella me conocía antes por el blog que personalmente. Pues bien, Mónica, aquí estoy de nuevo tal cual te dije en la Terraza Martini.
No he dejado de escribir, que me encanta, la cuestión es que no tengo tiempo. Me paso el día con la cabeza como una olla express de acá para allá y he intentado practicar el Mind Fullness como tú, y Silvia, me habéis recomendado. Y soy incapaz. No consigo aislar un pensamiento en el cerebro, el multitasking me supera, incluso lavándome los dientes, como me decías... incapaz, inútil, no dotado para el uno a uno.
Llegar a los 40, en mi caso, está siendo una etapa de reflexión y consumo masivo de energía, la cual desprecio en muchas ocasiones en blasfemar frente a situaciones cotidianas, o no, que hacen de esta aventura una porquería. Me molesta todo, desde un niño diciendo tonterías hasta el recuerdo de mi exjefa, que es la peor persona y la tía más plagada de defectos que he conocido ya en mi, más o menos larga experiencia. Es difícil lavarse los dientes y concentrarse exclusivamente en el correcto cepillado si te viene a la cabeza su desagradable cara maquillada con una exagerada capa de Tierras de Egipto...
He decidido empezar a no perdonar con 40. Ya he probado lo contrario durante 40 años y, de momento, el resultado ha sido un aprobado raspado. De siempre he sido un empollón y, como es evidente, no me conformo con un 5, así que entramos en la era del NO. Me he dado cuenta que conservo amistades que permanecen gracias a mis llamadas de teléfono, cada vez con frecuencia más amplia, pero ahí siguen. Ahí seguían, desde ahora ya NO. También he comprendido que el cash lo mueve todo, que la que el otro día te ayudó ahora quiere compensación, cual DEALER, o simplemente está muy ocupada en las redes sociales.. Pues también cambio de DEALER, y acabo de encargar una web nueva, visto lo visto. Cuenta lo último, no la trayectoria, como para calcular la jubilación. Atrás quedan centenares de alumnos que no se acuerdan de quien les enseñó hasta a multiplicar, o a poner una tilde en un por qué interrogativo, ahora llenos de arrogancia y soberbia, dando los pasos equivocados que yo también di hace 20 años.
Pues con medio bigote blanco y otro medio negro, jaspeado, vuelvo a estudiar, Mónica. Empiezo de nuevo el curso que viene, y ahora como siempre, por gusto. La ilusión que antes tenía en lo que desde ahora es NO la voy a gastar en nuevos conocimientos.
Y a todos esos NOES que os den pomada.
jueves, 23 de junio de 2016
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