viernes, 24 de julio de 2015

... MANICURA ...

... llevo cinco años a tope y dos de ellos sin tiempo para nada ... de hecho, me acabo de dar cuenta que las uñas de mis manos andan en modo "aguilucho" y no hay nada que me dé más asco y rabia que las manos dejadas ... y me acabo de dar cuenta que, de nuevo, debo cortarme las uñas. Hubo un tiempo en el que una señora estupenda me hacía la manicura una vez por semana, los pies cada quince días; ahora resulta que tuve que ir al podólogo "in extremis" el mes pasado porque no podía caminar a causa del dolor de una uña encarnada - yo, el mismo que no quería hacerlo por mi mismo y prefería que lo hiciese un profesional de la estética ... en estas circunstancias ha sido por obligación y en el médico.
... así que he decidido parar para arreglarme las manos, y también la barba, y hacerme una limpieza de cutis y tirarme a la bartola a pensar un rato para no llegar a los 40 con unas uñas de Record Guinness. También para hacer limpieza general, de mi casa, que necesita una mano de pintura, así por lo pronto.
... mi madre, una señora estupenda de uñas rojas, me tenía bien dicho desde bien jovencito muchas cosas que yo ni quería ni podía admitir desde la inexperiencia. Ahora, con media uña del dedo gordo del pié arrancada a lo vivo y algo más curtido, me encuentro en la tesitura de darle la razón a la rubia de media melena, no sin remordimientos por haberla puesto en tela de juicio por esos consejos. 
... en este lustro me ha pasado de todo: 10 colecciones, 10 desfiles, he perdido dos abuelos y una cuñada, he ganado una sobrina, me han dado varios premios, he perdido varios amigos que resultaron no serlo, me he involucrado en un proyecto docente que me entusiasma, he abierto una tienda, he diseñado para otros, he salido, he conocido a centenares de señores con y sin barba, estuve en París, Londres, Berlín ... he alquilado otro piso, me enamoré, me desenamoré, me he vuelto a enamorar ... mi familia ha crecido, mi iMac ha crecido, yo he crecido ...
... pero como cuando el podólogo te mete un pincho entre la uña y la carne para cortar lo que ha nacido torcido, duele. Este crecimiento personal y empresarial lleva consigo una contractura de espalda y media uña menos. Además una sensación, en ocasiones, de absurdo y, en otras tantas, de decepción. No es agradable darse cuenta que para crecer más hay que soltar lastre ... que pena que lo que creías compañeros de viaje no eran ni eso, ni compañeros, ni amigos, ni equipaje ... lastre ...
... he decidido entonces parar de manera transitoria para darme la vuelta, girarme y hacer un salto olímpico ... y yo, el adicto a las tenacillas de los padrastros, planeo batir mi propia marca ... quizás entonces deba dejarme crecer aún más las uñas para ganar impulso, así que no me las voy a cortar ...

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