jueves, 30 de julio de 2015

SANGRE

Mi hermano y yo nos llevamos 5 años. Uno moreno ( yo ) y otro rubio ( él ).
Yo, un calco de mi madre pero sin teñir ( ahora ); él, mi padre reproducido en laboratorio a la perfección, ni la oveja Dolly era más clon, clavados, hasta en como se quedan parados sin andar con un pié metido para dentro.
Yo, a mi rollo con el trapo, con casa(s) atípicas amuebladas con restos de contenedores; él, con una casa preciosa, espaciosa, standard, en orden.
Yo, estudiante excelente; él, pues mira, más o menos ...
Nunca dos hermanos se parecieron menos, ni en el físico ni en el carácter. Él, reflexivo, yo, impulsivo. El es alto, yo, 1,70 raspao...

Somos sólo dos, y menos mal, porque de otra manera me tendría que haber estado meando en la cama hasta los 20 años de la rabia de no ser el único y, de ser más, me habría dejado una fortuna en terapia para calmar la eterna preocupación del primogénito por sus hermanos pequeños. Menos mal, ahora ya me preocupo menos, de hecho casi que pienso que el digno de preocupación soy yo en esta lucha contra la madurez...

Y esta noche le escucho en la radio porque resulta que ha llegado al top en lo suyo. Y yo, que acabo de engordar 100 kg. de oírle y 100 kg. que he perdido de golpe de la baba que se me ha caído de escucharle, porque el que le acompañaba en el recreo cuando empezó el cole era yo, y quien le montaba el pollo cuando compartíamos habitación también era yo, y quien le cubría cuando la liaba, pues también era servidor, y porque, aunque me haya hecho tío y padrino, es y será siempre mi hermano pequeño. Es mi sangre... y así, cuando le necesité estuvo ahí sin preguntar, y siempre así...
Cómo es posible que aquello que tanto me fastidió de mi padre, y que él tiene, así, de esta manera, entre hermanos, me parezca razonable? Será entonces que estaba equivocado, yo, en mi primera adolescencia? Será entonces que la fusión de nuestros caracteres antagónicos, clónicos de nuestros progenitores, sean la combinación perfecta en una relación indestructible? Debe serlo.

A mi el fútbol me importa un comino, es más, no me gusta nada; él sí me importa, y en la medida de mi eterno vínculo protector hacia él, el deporte me parece la cosa más decisiva del planeta, y por lo tanto defiendo a capa y espada lo que "per se" me resulta del todo intrascendente. Porque el amor así, o lo entiendo de esta manera: renuncio a mis prioridades por ti, seas mi hermano, mi novio, mi marido o mi padre. No compartir no debe significar no amar, y por eso me pongo a escuchar "El Larguero" (ojo al dato) de madrugada, para escuchar cuando hablas.

Porque te quiero y punto.


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