lunes, 28 de septiembre de 2009

*PRESSing*

Hace bastante tiempo que no invierto ni un euro en prensa especializada española, creo además que no soy el único. Si lo hiciese sentiría que tiro los euros por el sumidero.
Creo que uno de los problemas de la moda española es precisamente éste, la prensa nacional. Si además se conjuga con la industria corrupta autóctona, ésto se convierte en una pescadilla que se muerde la cola, en un círculo vicioso, en un bucle infinito. Soy muy crítico con la industria, pero ahora no es el tema; me centraré en la prensa.
Hay dos clases de publicaciones, las anquilosadas y las protovanguardistas.
Las primeras están pobladas de señoras que residen todavía en el look Ray of Light (arrea!) o en el OPUS DEI y practican en "hippychiquismo". De formación leve, ahí siguen cual garrapatas, adheridas a un salario que les permite pagar un alquiler o hipoteca en la Chueca Este. La ropa les parece MONA o CHULI ... y cualquier brote experimental es arrancado de raiz (claro, no lo entienden). Si además la revista pertenece a algún grupo editorial potente, de vez en cuando, nos regalan algún refrito aparecido en sus filiales extranjeras meses antes. También regalan total looks playeros o bolsos MONOGRAM con frecuencia incluídos en los 3,50 que cuesta la revista.
Las segundas (estas tienen más chicha) suelen estar presididas por feas acomplejadas, de éstas que creen que ser fea es tener personalidad o ser cool. Su negocio se basa en NO PAGAR estilistas ni fotografos ni nada de nada, haciendo creer que ya el salir en su revista es un logro. De criterio variable, organizan fiestas que se plagan de chiquillos muertos por figurar y ahora nos hacen creer que son lo más en París o New York, además, su revista se vende en Colette, por lo que deberían solicitar al Ministerio de Cultura la Medalla de las Bellas Artes. Vengativas, catetas y mal vestidas, alargan el cuello y levantan el mentón cuando se pasean por los sitios, como si tal actitud supliese su profunda mezquindad. Hablo en femenino y en mariquita, por supuesto. Se vuelven locas por firmas impronunciables que nadie o casi nadie conoce o conoceran en breve, pero ellas y ellos lo han visto antes, claro, son SUPERIORES porque tratan a los diseñadores internacionales por su nombre de pila, aunque muchos de ellos, me consta, tengan pánico escénico, miedo a volar (ésto es muy muy cool), o no se sepan las tablas de multiplicar.
Por último, hay honrosas excepciones, profesionales de la prensa serios, simpáticos, coherentes, documentados... pero no son tan jugosos para dedicarles un blog, es más, prefiero dejarlos en paz y tomarme una caña con ellos de vez en cuando. A las otras, ni agua.

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