miércoles, 14 de octubre de 2009

{ Madrid }

Este fin de semana voy a Madrid.
Soy madrileño, pese a que la mitad de mi vida haya transcurrido en Barcelona, pero soy hijo, nieto y bisnieto de madrileños. He pasado muchos años reñido con mi ciudad, llegó un momento que me ahogaba y, además, me sentía solo en una urbe tan inmensa. Ya no, vuelvo a amarla como lo hacía en mi adolescencia desde Barcelona. Ahora me hace gracia cuando voy y me llaman "el catalán"...
Madrid es un sitio fascinante: paleto y cosmopolita a la vez, lleno de ofertas, donde se cuece todo. Aún reconciliado no me deja indiferente la fauna de la Castellana a la derecha, es como un flashback al pasado... en contraste con la de la Castellana a la izquierda, tan trash y pasada de vueltas. Por eso prefiero pasear Castellana arriba, ni hacia Chueca ni hacia Salamanca.
Madrid NUNCA será París, ni Londres, ni Nueva York. Los de la derecha jamás lo entenderían y los de la izquierda siempre van tarde. Letizia nunca será la Bruni, la Gran Vía nunca será Hollywood Bv., Cibeles nunca será una Fashion Week, la prensa internacional nunca se hará eco de los desfiles españoles, Penelope nunca será como Charlize, Carlos nunca será Walter, ni el Charada será Studio 54, ni Cuca Solana dirigirá el style.com, ni Carlos García Calvo será Carine Roitfeld, ni Lucio será el NOBU, ni Carmen Lomana será Yvanna Trump y Vogue España seguirá viviendo de refritos de sus filiales estranjeras.
A mi, en parte, me da igual. Madrid es donde está gran parte de mi familia y mi historia, la ciudad de la calle Bailén, del Viaducto, de la Cuesta de la Vega, de Pontejos, de las Vistillas y la Casa de Campo, del Café de Chinitas y del Mercado de la Latina. Y que eso dure, por Dios, que la modernidad no lo mate.

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