martes, 1 de diciembre de 2009

* LEAVE IN SILENCE *

Ha llegado un punto en el que no soporto el ruido. En cualquier gran ciudad como Barcelona estamos sometidos a una tremeda contaminación acústica de la que solo nos quejamos cuando pasa una ambulancia a nuestro lado y no nos deja entender a nuestro interlocutor al otro lado del móvil. Antes, en Madrid, cuando tenía la oficina (y a veces residencia) en la calle Princesa, justo al lado de la Plaza de España, estaba acostumbrado a un escándalo ensordecedor e incluso a los alunizajes nocturnos contra el escaparate de la tienda de móviles que había justo debajo de mi casa. Ya no puedo con ello. Ahora vivo en medio de una pineda donde por la noche sólo se oye a algunos de mis perros ladrar a deshora y en verano, en la fantástica casa de mis padres, más de lo mismo.
El silencio, en la actualidad, me parece BÁSICO, de hecho por las noches rara vez encendemos el televisor. Ya no cenamos con el murmullo de Telecinco ni con la voz en off de Horatio, ni tampoco ponemos la radio ... disfrutamos de la calma ... de vez en cuando nos hablamos. Hemos llegado al maravilloso punto como pareja en el que el silencio entre nosotros es delicioso y no porque no tengamos nada que decirnos, que va!, porque no tenemos que decirnos tonterias que mantengan la atención el uno del otro. Sabemos estar en callados disfrutando de nuestras presencias, mirándonos, a veces rozándonos, otras tocándonos.
El ruido hace nacer en el cerebro de los idiotas la sensación de fortaleza, esos imbéciles hablan demasiado y alto. Cada vez me gustan más los taciturnos y reservados, la gente que habla poco y vale más por su silencio que por sus palabras. A veces esas personas nos regalan un gesto inesperado que demuestra que tras esa fachada hierática o quizás sólo poco comunicativa late un espíritu sensible que aprecia lo que somos. Hoy a mi me ha pasado éso: me han obsequiado con unas palabras por teléfono, cuando yo estaba en la calle en medio de la vorágine, inesperadas pero precisas, que me han puesto la carne de gallina y me han recordado que a veces, quizás, he sido muy ingrato. Me han demostrado que no quiere más quién más lo dice ... y aunque a veces no me lo dicen mucho (ni el uno ni el otro), una vez más, hoy, me han demostrado que ME QUIEREN.

No hay comentarios: