domingo, 10 de enero de 2010

... anónimo.

... así voy, escribiendo este blog.
Hace unas cuantas semanas alguien, anónimo, me dedicó unas lindezas de dudoso gusto vía post en el blog. No era la primera vez, creo que era la segunda. Como es evidente, no las publiqué en el apartado comentarios ya que lo más fino que me decía era que nunca en la vida le gustaría cruzarse con alguien como yo, tan sarcástico. Además, su cobarde discurso, escondido tras unas iniciales, incidía en mi condición de moderna antipática, y suscribía su opinión argumentando que yo criticaba lo que precisamente era.
Hoy he confirmado que dicho sujeto NO ME CONOCE, es más, me lo presentaron hace unos días en una discoteca. Me he quedado perplejo: el pastel se ha descubierto porque alguien con las mismas iniciales se ha hecho fan del blog ayer, dado que he restringido los comentarios exclusivamente a seguidores de las publicaciones. Indagando, indagando (porque soy muy quisquilloso...) se ha descubierto el pastel contrastando información con un amigo común y "et voilà!" ... creemos que es el mismo ... no, ES ÉL. Entonces, joder, si tan repuganate soy ... es que debe ser masoca ... porque no se comprende que te de morbo o placer leer textos que te repugnan, y más aún el autor ... Tal valiente ha tenido la osadía de hacerse seguidor, debe ser para intentar ponerme de hoja de perejil, pero no, eso no va a poder ser porque ya lo he bloqueado.
Que honroso es esconderse, tirar la piedra y esconder la mano. Denota una gran calidad humana. Me parece una maravilla que exista gente así porque de esta manera otros, los valientes de verdad, merecen más respeto aún si cabe. El susodicho también demuestra mucho sentido del humor, mucha capacidad de autocrítica y un gran coraje. Seguro que es, en el fondo una buena persona, acomplejado, pero bueno.
Vamos a confiar en la bondad de los desconocidos, como decía Blanche Dubois en "Un tranvía llamado deseo" ... cosa que él no hizo.

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