viernes, 27 de noviembre de 2009

"desHabillé"

No soy de esas personas que al llegar a casa se cambian de ropa o se ponen el pijama porque si lo hago siento que me desactivo y no hay cosa que me desquicie más que la inactividad. Sin embargo, si me he levantado, me he duchado y no tengo intención de salir de casa, el albornoz o la bata pueden ser mi indumentaria de la jornada casera.
Ahora tengo un par de albornoces, lisos, caros y negros... pero con una textura costumizada por mis perros que consiste en bonitos churretes de hilo a lo largo de toda la prenda que ellos, con esmero, han realizado cuando eran más cachorros, al igual que las puntas del tresillo del salón (toda una obra de arte). Para completar el modelazo casual de andar por casa uso un pantalón clásico de chandal Adidas negro con bandas rojas muy ad-hoc y me calzo unas Birkenstock de lana gris antracita, cerradas. En resumen, voy hecho un cuadro.
Esta mañana, mientras atusaba a los perretes he tenido visita. Como era de confianza me ha dado lo mismo recibirla tal cual, con todas mis miserias. Hemos tomado café. Mientras estábamos de cháchara uno de mis perros se ha sentido artista y ha comenzado a reinterpretar el mango del cepillo con el que limpio el jardin. Inmediatamente he salido y he dejado a mi amigo dentro de casa, acabándose el café. Él llevaba prisa y ha salido a despedirse de mi ... asegurando con pestillo la contraventana del salón de mi casa y cerrando la puerta principal de portazo: en conclusión, me ha dejado en pelotas (peor, incluso) en la calle. El movil se ha quedado dentro, evidentemente, mis llaves también. En medio de esa sensación de desamparo y sintiéndome la persona más ridícula del mundo he pensado qué hacer: intenté forzar las contraventanas del salón sin ningún éxito, pensé en trepar hasta la ventana del tercer piso de mi casa que estaba abierta ... pero nada ... sólo quedaba reventar el cristal de la ventana de la cocina, pero otra de mis perras estaba dentro mirando flipada qué narices hacía yo en la calle vestido de indigente y me ha dado miedo organizar un estropicio. No me quedaba más que esperar a que llegase algún vecino de mi callejón porque, claro, he llamado a todas las puertas y no había NADIE. A la hora y media ha aparecido uno de mis vecinos de enfrente. Cuando he oído la puerta de su garaje me he tirado a la calle en plancha, desesperado, mendigando un teléfono que me permitiese avisar a César para pedir auxilio. Mi marido ha localizado a nuestra chica de la limpieza, que además de ser la asistenta más total del mundo, a tenido a bien acercarse a mi casa para devolverme al interior, que ese es mi sitio y más si mi look es una mezcla entre el señor Barragán y un ravero trasnochado. Ya en casa y superado el soponcio me he tumbado en el sofá "arty" pero la tranquilidad me ha durado treinta minutos: me ha visitado la propietaria de otra de las casas que tengo enfrente para comunicarme que unos okupas han tomado su finca y había venido a cambiar la cerradura. Telita marinera: y yo, erre que erre (sin aprender del error) con el albornoz desmelenado. Juro que los tiro, los dos, que lo tengo por duplicado. Que vergüenza más grande, Dios mío ... tiro el albornoz, los adidas vintage roídos y todo lo que se deja para andar por casa porque no es apto para la vida social. Puede pasar que ésta, sin tu quererlo, venga de visita a casa... así que, a partir de ahora, pienso ir de punta en blanco desde las 7 de la mañana, no vaya a ser que se repita una mañana como la de hoy y me conozcan en el vecindario como "el indigente".
De la misma manera que no uso calzoncillos con la goma cedida ni calcetines con tomates, en mi propósito de enmienda voy a comprar una ropa de casa en condiciones, digna, bonita. Es más, no quiero volverme a ver así, hecho un adefesio ... Por favor, que nadie intente convencerme en el reciclaje de ropa vieja ... todavía me dura el bochorno ...

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