viernes, 13 de noviembre de 2009

+ FAT +

Hace dos años hice un tratamiento con una endocrina con el que perdí 7 kg., a rajatabla. Llevaba un año viviendo en Barcelona, en casa, habituándome,  y me había abandonado a los placeres de la bollería industrial, era esclavo del Sr. Panrico, vendía mi reino por una caja de donuts bombón de 6 unidades para merendar. Era capaz de comerme ese pack para desayunar, una barra de pan entera para mi solo para comer y una tarrina de crema de brie en un solo sandwitch. Las rebanadas de pan de molde las doblaba en cuatro trozos para mojar todas las salsas del mundo y un bote de mayonesa me duraba dos menús. Me hice una analítica de control y en los resultados lo primero que aparecía era la expresión "suero muy lipémico". No entendí nada, pero el señor doctor se preocupó de explicarme que no tenía sangre, por mis venas circulaba aceite ... mis triglicéridos aullaban en mi interior y el colesterol iba in crescendo.
Decidí poner punto y final a esa tripita (tripón) que yo mismo justificaba. La ropa me estallaba y no estaba cómodo con mi aspecto. Con mucha fuerza de voluntad perdí lo que sobraba y, aunque no se me ha quedado el físico de un adonis, navego entre la talla M y S. No llego al 1,70 así que no está mal.
Alucino muchas veces con la gran cantidad de gordos que se ven por todas partes. No quiero que mis palabras se malinterpreten porque creo que no soy nadie para decir a nadie qué o qué no debe comer. En cualquier caso me gustaría comentar que aún la talla estándar femenina es la 38. Sí, es la que más se vende, si existiese una demanda superior de 46 se fabricarían, el Sr. Ortega no es tan obtuso. Por lo tanto basta ya de la retahíla de no hay ropa para nosotras. Sí que la hay, lo que no os gusta o no os favorece. Evidentemente es más difícil con más contorno o con una desproporción.
En la contraportada del Periódico de Catalunya de hace un par de semanas le hacían una entrevista al responsable del departamento de psicología endocrina del Hospital Clínico de Barcelona. Él argumentaba que la comida es susceptible de ser adictiva, que en ocasiones suple carencias de todo tipo y sirve de tabla de salvación para muchas personas que atraviesan situaciones críticas. Si él, que es quien sabe de ello lo dice, para mi va a misa. No abogo por la delgadez extrema, tampoco por el comer hasta reventar: estoy de acuerdo con la SALUD, también con la imperfección ... pero también con la disciplina que, para mi (OJO!) es la madre de la belleza.

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