Decidí poner punto y final a esa tripita (tripón) que yo mismo justificaba. La ropa me estallaba y no estaba cómodo con mi aspecto. Con mucha fuerza de voluntad perdí lo que sobraba y, aunque no se me ha quedado el físico de un adonis, navego entre la talla M y S. No llego al 1,70 así que no está mal.
Alucino muchas veces con la gran cantidad de gordos que se ven por todas partes. No quiero que mis palabras se malinterpreten porque creo que no soy nadie para decir a nadie qué o qué no debe comer. En cualquier caso me gustaría comentar que aún la talla estándar femenina es la 38. Sí, es la que más se vende, si existiese una demanda superior de 46 se fabricarían, el Sr. Ortega no es tan obtuso. Por lo tanto basta ya de la retahíla de no hay ropa para nosotras. Sí que la hay, lo que no os gusta o no os favorece. Evidentemente es más difícil con más contorno o con una desproporción.
En la contraportada del Periódico de Catalunya de hace un par de semanas le hacían una entrevista al responsable del departamento de psicología endocrina del Hospital Clínico de Barcelona. Él argumentaba que la comida es susceptible de ser adictiva, que en ocasiones suple carencias de todo tipo y sirve de tabla de salvación para muchas personas que atraviesan situaciones críticas. Si él, que es quien sabe de ello lo dice, para mi va a misa. No abogo por la delgadez extrema, tampoco por el comer hasta reventar: estoy de acuerdo con la SALUD, también con la imperfección ... pero también con la disciplina que, para mi (OJO!) es la madre de la belleza.
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